29 de enero de 2013

Pon un Chicote en tu vida


Me gusta Pesadilla en la cocina, el programa que emite La Sexta todas las semanas en prime time. En Pesadilla en la cocina dueños de negocios ruinosos de hostelería recurren desesperadamente a la ayuda del chef Chicote para que les enseñe el modo de sacar el restaurante a flote. Y Chicote acude al rescate. El afamado cocinero irrumpe en la cocina ataviado con su mandilón hortera y junto a los fogones analiza las formas de actuar de cada uno de los empleados, diagnostica los errores y le muestra al dueño del cotarro la cruda realidad de su negocio: un proyecto condenado al fracaso si no se le da una solución inmediata.
 
Las razones por las que los restaurantes que visita Chicote estan abocados a echar el cierre suelen ser evidentes. Un jefe de cocina despótico, un dueño incompetente, unos camareros desmotivados. Aunque los fallos en la gestión de los restaurantes como decía son de bulto, saltan a la vista, no es menos cierto que solo se descubren a personas que no participan de la dinámica negativa en la que se ven sumidos los que trabajan en el restaurante de marras. El jefe de cocina, el encargado, los camareros, todos sufren una rutina negra, trágica, una especie de ceguera que los arrastra inevitablemente a la cola del paro si algo o alguien no logra hacerles ver lo que no pueden o no quieren ver. Y aquí entra Chicote. En uno de los programas un hostelero desesperado que acabó viendo la luz, reconoció a toro/chicote pasado que a lo mejor necesitaba que alguien me dijera las cosas a la cara.
 
Las cosas a la cara.

No sería mala cosa poder llamar a un número de teléfono y poner un Chicote en nuestras vidas, de modo que una persona ajena a nuestro círculo afectivo se pasara por casa a decirnos las cosas a la cara, que se sentara a la mesa camilla del salón comedor y nos hiciera ver frente a nuestras narices la realidad desnuda, los errores vitales que nos van pasando inadvertidos, los castillos en el aire que a veces roban demasiado nuestra atención y no estamos dispuestos a reconocer, la atenazante falta de ambición, la rutina a la que en ocasiones nos abandonamos. 
     

17 de enero de 2013

Joseph Anton, oda a la libertad de expresión



Joseph Anton, de Salman Rushdie ( Mondadori, 686 págs.), son las memorias del autor anglo-indio donde narra de forma pormenorizada el infierno que sufrió durante los años en los que estuvo vigente la amenaza de muerte por la fetua contra él decretada por Jomeini el día de San Valentín de 1989.
 
La publicación de la novela Los versos satánicos concentró sobre el escritor la atención de los que leen los textos sagrados con un cinto cargado de explosivos alrededor del vientre. Se puso en marcha La Operación Malaquita organizada por los servicios secretos británicos y bajo la máxima << debes vivir hasta que mueras >> Rushdie  luchó por mantener unida a su familia, por frecuentar a sus amigos, se negó a abandonar el mundo de los libros, se empeñó en continuar escribiendo y soñando, y se dedicó a hacer presión sobre los políticos que partían el bacalao de la gobernanza mundial para que apoyasen su causa: la defensa a ultranza de la libertad de expresión.

No son estas las primeras memorias narradas en tercera persona, no es la primera autobiografía novelada que logra incrementar el interés del lector por las peripecias del autor transfigurado en personaje, pero sí que en Joseph Anton el recurso al narrador interpuesto confiere al texto una enorme profundidad emotiva, contagiando al lector la ignominia, la verguenza que rezuma la distancia que separa el nombre real del autor, Salman Rushdie, del alias que se vio obligado a adoptar para conservar su vida, Joseph (Conrad) Anton (Chejov). Salman Rushdie significa Occidente, sociedad abierta, valores democráticos, libertad de expresión y luz. Joseph Anton, por el contrario es el hijo deforme del fanatismo, la barbarie y las tinieblas. 
 
En definitiva, Joseph Anton es un hermoso libro no solo porque uno-de-los-eternos-candidatos-al-Nobel se desnuda y nos brinda en una prosa honda, sencilla, descarnada, un cuaderno de bitácora sobre su odisea particular, sino también porque después de su lectura nos reafirma en la idea de lo único que los miembros de las sociedades civilizadas estamos obligados a defender sin fisuras: la libertad.
 
A continuación muestro alguna de las joyas encontradas en el libro:
 
[Con frecuencia pensaba que la crisis era como una luz intensa que iluminaba las decisiones y actos de todos, creando un mundo sin sombras, un lugar inequívoco y descarnado de acciones correctas e incorrectas, decisiones buenas y malas, sí y no, fortaleza y debilidad. En ese áspero resplandor, algunos editores ofrecieron una imagen heroica mientras otros ofrecieron una imagen timorata]
 
[Los amigos son la familia que uno elige]
 
[Una sociedad libre no es plácida, sino turbulenta. El bazar de los puntos de vista en conflicto es el lugar donde resuena la libertad]


 


1 de enero de 2013

Sin red


Me acabo de mudar de vivienda de modo que durante los días que me ocupen las gestiones para contratar una nueva línea de internet me resultará imposible actualizar el blog.

Prometo que volveré pronto.

Feliz 2013.